“La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados”. Aunque el pueblo esté poco versado en leyes, sin embargo, tiene un sentido común que sí le permite criticar la sentencia de un juez cuando percibe que no se ajusta a derecho. La sentencia contra el juez Baltasar Garzón no se puede sacar de su contexto social, político y religioso. La politización de la judicatura y la judicialización de la política, no solamente suponen un vicio, sino que constituyen un hecho real. La puesta en escena del acatamiento o discrepancia con la sentencia, obedece a las dos grandes tendencias de detractores y partidarios del ya exjuez. La derecha de origen franquista que por obra y gracia de la Transición, no desea que se remuevan los lodos que descubran sus implicaciones históricas, y la izquierda resistente a la dictadura de Franco, que rechaza la Transición por considerar que amordazó la Memoria Histórica. Las columnas fieles al Partido Popular, incluyendo los medios, han manifestado su exultante gozo por la condena de Garzón, jactándose de que haya triunfado el Estado de derecho. Los socialistas han mostrado su tibieza ante la sentencia de Garzón porque, no lo olvidemos, no le consideran de los suyos, por motivos del pasado. Sin embargo la espontaneidad de muchos ciudadanos y la izquierda minoritaria, se han posicionado del lado del juez. He ahí las dos Españas, las de siempre. Una perdedora y otra victoriosa del aniquilamiento de la República. Una que comulgó con la Transición, “viviendo en la mentira” y otra que desea “vivir en la verdad”. Pero volviendo a la sentencia, dos aspectos saltan a la vista del más ignorante de los legos en leyes: Una condena unánime de siete jueces, es decir, de todos los que componían el tribunal, nadie discrepó con un voto particular. Y sin embargo, sorprende que las escuchas que le han llevado a la condena, fueran hechas por la policía, mantenidas por el juez instructor y no consideras como delictivas por el fiscal. Estas cuestiones que han sido calificadas por juristas como opinables y lejos de ser prevaricación, no han provocado ninguna reacción particular en los siete ínclitos del tribunal. Que hay un linchamiento consumado contra Garzón, sólo lo niegan aquellos que enmascaran con ingeniería judicial los aspectos del proceso. Mi conclusión va más allá. Los siete magníficos de este tribunal ya han conseguido su objetivo. La destrucción del juez Garzón. La sentencia es recurrible al Tribunal Constitucional que tratándose de jueces, también, contaminados del franquismo, hay escasas posibilidades de que la anulen. La prueba de que hay temores fundados de que parte de la judicatura española esté bajo vigilancia de los conservadores y la Iglesia, la tenemos en el terror que hay de que el T.C. mutile parte de la ley de matrimonios del mismo sexo. En el caso de la investigación de los crímenes del franquismo, la condena saltaría las fronteras de lo nacional y España se vería ante la Corte Penal Internacional. Una sentencia condenatoria dejaría la Justicia en peor lugar, si cabe, del que se encuentra. Mi opinión es que la sentencia que esperamos será absolutoria. Aunque el esperpento no cesa por eso, ya que la farsa tiene dimensiones nacionales de proyección internacional.
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viernes, 10 de febrero de 2012
OPINO PORQUE LA JUSTICIA EMANA DE MÍ
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